
Temprano en la mañana desde la Asociación Profesional Policial Apropol, se informó sobre la muerte de un policía oriundo de Coronda. Las circunstancias y detalles del hecho no se darán a conocer.
Lo concreto es que “el comisario Diego Martín Gamero se quitó la vida tras ser dejado sin destino por la Jefatura. Una práctica sistemática que viola derechos laborales y hunde en la angustia a muchos oficiales” indicaron desde el gremio.
“Se desempeñó como jefe de la Agrupación Cuerpos de la Unidad Regional XIII (Depto San Cristobal) y más tarde fue designado en la División Personal, donde conocía de cerca las realidades de sus compañeros. Hasta que, sin explicaciones oficiales, fue dejado «a disposición de Jefatura de provincia»: sin funciones, sin destino, sin propósito”. Antes de eso, durante años estuvo en distintas dependencias de la Unidad Regional XV.
Posteriormente, Alberto Martínez, al escribir la nota desde Apropol, expresó que “le aplicaron lo que en el lenguaje interno policial se conoce como mandarlo al banco. Es decir, quitarle todo destino operativo, dejándolo sin funciones activas pese a su jerarquía, experiencia y disponibilidad profesional. Esto no es una sanción formal, ni un pase a retiro. Es una forma de desplazamiento encubierto que deja al trabajador en un limbo institucional, afectando su salud mental, su honor y su sentido de pertenencia” a la fuerza. Además, en un rato supimos de varios hechos similares en cuanto a disponibilidades encubiertas, aunque claro está, sin que haya sanciones porque no correspondían.
Más adelante, según el artículo “la práctica de dejar policías en el banco se repite con una frialdad administrativa alarmante. Es un castigo sin firma. Una forma silenciosa de desgaste que viola derechos esenciales, como la asignación de destino acorde a la jerarquía y perfil profesional, consagrados incluso en reglamentos internos y normas de la OIT. El derecho humano al trabajo es nuevamente vulnerado” y agregó que “esta metodología, que parece más propia de una empresa sin alma que de una fuerza estatal, carece de criterios claros y de fundamentos legales visibles. Muchos oficiales quedan desactivados sin explicación, lo que se transforma en una forma de violencia institucional sorda, persistente, destructiva”.

Más duro en sus conceptos, Martínez luego enfatizó que “la muerte del comisario Gamero debe ser investigada como parte de un patrón, no como un hecho aislado. No se trata solo de salud mental: se trata de un sistema que margina, castiga y abandona a quienes no son funcionales a ciertas lógicas internas de poder. Un sistema donde no hay protocolo de contención ni diálogo abierto. Y donde el silencio es más habitual que la justicia”.
Con la excusa de que no pueden agremiarse los policías –ni los penitenciarios-, de acuerdo a lo propuesto por Apropol, no se cumple con las leyes vigentes y no se abren instancias de diálogo, en las cuales se discutiría “la apertura de paritarias policiales ya, conforme lo habilita la ley. El reconocimiento del derecho a ser oídos, no sólo como fuerza de seguridad, sino como trabajadores. El fin de las prácticas degradantes, como dejar a policías sin destino, sin explicaciones y sin contención”.
Además, la salud mental en general no está siendo tomada como el problema que es, que se reforzó durante y luego de la pandemia de coronavirus con el encierro y aislamiento. Las obras sociales, en líneas generales, no cubren las atenciones en psicología, el Estado no cuenta por omisión o por decisión propia, con un estamento que sea apoyo mental de sus trabajadores, posiblemente porque muchas veces consideró que la mayor cantidad de inasistencias fue por supuestamente inventar carpetas psiquiátricas. Pero tengamos en cuenta que es proporcional a la cantidad de problemas de salud que tenga un empleado de fuerzas de seguridad, con las dificultades para conseguir ascensos que implican aumentos de sueldos.
Algo pasa con las fuerzas de seguridad que desde hace rato son el área laboral con mayor cantidad de suicidios. No se trata de no tocar el tema porque pueda generar efecto dominó, sino que por el contrario, debe tomarse desde todos aquellos que pueden dar una mano: desde la religión, el deporte, la educación formal, los gremios, y los distintos trabajos.
Una hipótesis, la dio una reconocida profesional provincial, sobre esta coyuntura: “cuando la plata te alcanza, podes darte gustos, salidas, comidas encuentros, terapia, atención médica etc, que eso cuida tu salud física y mental. Obtienes satisfacción, crece tu pertenencia a la institución, sintiendo satisfacción” y por el contrario “cuando nada de eso sucede, sumado a los problemas personales, sumás frustración impotencia, dolor, aislamiento, endeudamiento (aumento la tasa de pedidos de créditos). Un círculo letal” ante lo cual evidenció que “faltan espacios de contención. Así de simple. Deberían entregar vouchers de terapia. La obra social colapsada y los privados aprovechados del enfermo más la rigidez de control…”.
Lo peor de todo es que hay gente, seres humanos sensibles, que lo están pensando… No piden ayuda, no dan señales, y eso no debería ser así.
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