
Coronda ha tenido protagonistas nacidos y criados en sus primeros años en nuestro “terruño”, como le gustaba decir a Alcira Marioni Berra, que luego fueron grandes referentes en distintos estamentos públicos y que les sirvió, además, para pasar a la historia: Nicasio Oroño, Manuel Leiva, Santiago Oroño, Juan Apóstol Martínez, José Rodríguez, Segundo Ramírez Sombra, por nombrar a algunos.
Pero quizás, no se ha profundizado en la enorme influencia que ha tenido un corondino que nació en la primera etapa de nuestra localidad con la categoría de ciudad. Precisamente, Coronda lo fue por primera vez el 26 de octubre de 1883 y Antonio Caggiano, el referente de este informe, vino al mundo el 30 de enero de 1889.
Hijo de Josefa Bressan y de Nicolás Caggiano, comerciante del calzado junto a Antonio Dettoni y Teodoro Dei Cas, dos apellidos que están presentes aún en Coronda, Caggiano fue bautizado el 7 de abril en la Parroquia San Jerónimo y sus padrinos fueron el propio Dei Cas y su mujer Francisca.

Alentado por el entonces obispo Boneo, el corondino ingresó a los 12 años a la Sección de Seminaristas del Colegio de la Inmaculada Concepción –donde dio clases Francisco-. Luego hizo doctorado en Teología y Filosofía en Roma, fue ordenado sacerdote el 23 de marzo de 1912 en la Catedral de Santa Fe.
Su primera misa fuera del principal templo capitalino, la dio en la Parroquia San Jerónimo de su pueblo, de Coronda, el 28 de abril. Fue docente en el seminario de Guadalupe y aquí aparece una de sus grandes obras: por mandato del Papa Pío XII, Caggiano viajó a Roma para conocer detalles de una institución laica que se fundó en 1929 para el mundo y que hoy continúa con su noble accionar, la Acción Católica.
Tanto se formó en la necesidad de institucionalizar la misión de la iglesia a través de una institución, que Acción Católica Argentina lo considera al corondino Antonio Caggiano como su fundador el 5 de abril de 1931.
En 1933 fue nombrado Vicario General del Ejército Argentino, y secretario general del Congreso Eucarístico Nacional del año siguiente. Además, fue designado por el Santo Padre como el primer obispo en la historia de la diócesis de Rosario, el 13 de setiembre de 1934 tomando posesión al año siguiente y consiguiendo en 1939 que se entronizara a la advocación mariana de la Virgen del Rosario como patrona de esta ciudad del sur provincial.
Coronda celebró el crecimiento en tan tremenda labor apostólica de un hijo pródigo, y así fue que en 1935 fue recibido con honores por el presidente comunal, Emilio Berra. Diez años después, el Papa Pío XII lo nombró cardenal, siendo el segundo en ese momento en la historia, ocupando un puesto que sólo 17 argentinos ostentaron, entre ellos Jorge Mario Bergoglio.

Fue representante del Papa en esta parte de Sudamérica, hizo viajes al exterior donde mostró su talento, instrucción y don de excelente ser humano, siendo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina entre 1956 y 1970 y además logrando ser elegido como Arzobispo de Buenos Aires y por ende Cardenal Primado del país el 24 de octubre de 1959.
Cuando podía, regresaba o pasaba por Coronda, generalmente por motivos familiares, y un día escribió en el libro de la Biblioteca Popular Coronel José Rodríguez, luego de ser recibido por el presidente comunal Jorge Yunis: “Al retornar al solar nativo antes de ocupar la sede en Buenos Aires, me voy reconfortado con los recuerdos vividos en mi niñez, en este rincón privilegiado que alentó mi conciencia con mis imágenes primeras y con las primeras ideas que orientaron mi vida.
Fue integrante nada más y nada menos que del Concilio Vaticano II en Roma, y uno de los fundadores de la Universidad Católica Argentina. Se retiró oficialmente a los 77 años pero la iglesia aceptó su renuncia cuando ya tenía 86.
El Papa Pablo VI dijo del corondino: “No podemos dejar de detener nuestras mentes en todas las obras que en el largo tiempo de tu vida sacerdotal y de tu cargo episcopal, realizaste de manera tan insigne”. Su última aparición pública fue en 1979 en el Luna Park en una asamblea de la Acción Católica.

El sacerdote y cardenal corondino Antonio Caggiano, murió el 23 de octubre de 1979, en Capital Federal y sus restos fueron depositados en la Catedral Metropolitana. La revista Esquiú escribió sobre él: “Al partir a la casa del Padre, con 90 años de edad, 67 de sacerdote, 45 de obispo y 33 de purpurado, el cardenal Caggiano pudo decir como San Pablo que he consumado mis días después de ruda competencia”.
La Avenida Costanera Norte, desde el Carancho Triste hacia “arriba” en la costa, lleva su nombre. Antonio Caggiano, posiblemente el corondino que logró los más altos cargos institucionales de la historia, quien nunca olvidó su lugar de nacimiento, que fue doctor de la iglesia, uno de los pocos purpurados que tuvo el país, que llevó con honor los mismos puestos eclesiásticos máximos que le tocaron a Jorge Bergoglio en el país, que fundó la Acción Católica Argentina, que ayudó a crear la Universidad Católica del país, y que una vez ordenado como sacerdote vino a dar su primera misa en la parroquia de su pueblo, Coronda, cuando tenía apenas 23 años.
Con datos de la Prof. Alcira Marioni Berra.
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